Las actividades diarias y el ritmo de vida al que estamos acostumbrados suelen tener en jaque al sistema inmune. Qué hacer cuando los cambios emocionales dañan la salud.
El ritmo de la vida cotidiana genera que el hombre esté en un constante proceso de actualización que lo involucra en un frenesí permanente para mantenerse competente en esta realidad cambiante de nuestros tiempos. El tránsito, las manifestaciones, las demoras en los medios de transporte público generan una alteración que dura 5 o 10 minutos y trastoca todo lo que estaba perfectamente planeado e invade la tranquilidad de la persona.
Las pequeñas irrupciones que vivimos habitualmente generan una descarga hormonal que el organismo debe procesar en forma inmediata; los músculos deben prepararse para una disputa interna que escapa de su entendimiento. Es decir, todas las preocupaciones y ansiedades que vamos almacenando repercuten en nuestro organismo creando un estado de tensión generalizada, conocida como estrés.
A pesar de lo que muchas personas piensan, el estrés no es necesariamente perjudicial para salud en la medida que no sobrecarguemos a nuestro organismo con impactos emocionales excesivos que le impidan procesar ese paquete de información adecuada. Cuando esto ocurre, el estrés pasa a convertirse en híper estrés, dañino para la salud.
Dentro de nuestro cuerpo existe un sistema de defensa vital denominado sistema inmunológico que se altera ante esa tensión preparándose para defenderse de todas esas posibles amenazas.
Cuando esta parte fundamental de nuestro organismo se siente afectada por una amenaza mayor a la que puede afrontar, existe la posibilidad de que colapse y que comience por tanto, paulatina y sostenidamente una alteración funcional. Esta alteración va ir avanzando en forma constante haciéndose crónica degenerativa y progresiva.
Patologías tales como cervicalgias, cefaleas, acufenos (zumbidos de oídos), mareos, nauseas, rigidez, van de la mano y en forma muy directa con los cambios emocionales a los que nos vemos sometidos, y repercuten de manera tal que parecen afectar cada faceta de nuestra vida ya que cambian nuestro estado de humor interfiriendo en nuestra capacidad de interrelacionarnos con el entorno, no solo aquel donde trabajamos, estudiamos, o cumplimos obligaciones, sino también con el entorno íntimo o familiar.
Ante estas situaciones, la mayoría de la población suele recurrir a la auto-medicación. En la actualidad existen un gran número de medicamentos destinados a mejorar sólo los síntomas, es decir, que el problema sigue estando aunque momentáneamente no lo podamos percibir y además puedo generar efectos secundarios y colaterales.
Este desequilibrio inicial, por otro lado, va a seguir avanzando de forma degenerativa, crónica y progresiva, lo que lleva a una situación donde el paciente ingresa una cantidad de fármaco cada vez más grande y más agresiva al organismo desconociendo los efectos adversos a los que se expone y sin poder lograr actuar sobre el origen del problema.
En nuestro país, existe actualmente una alternativa diferente y que demostró mayor eficacia para el tratamiento de estos problemas. La terapia de campos bio frecuenciales propone en muy pocas sesiones de 30 minutos cada una mejorar el grado de dolor, rigidez y generar un efecto anti-inflamatorio bajo aparatología médica y control profesional. Este tipo de tratamiento no utiliza ningún medicamento, no presenta efectos secundarios ni colaterales y no es invasivo para el paciente.
Hay que entender que una vez instaladas las afecciones articulares en el organismo no se puede hablar de una cura definitiva de las misma, pero actualmente gracias a la Terapia de Campos Bio Frecuenciales se le puede ofrecer al paciente una detención a su avance despiadado y progresivo y de esa forma mejorar su calidad de vida.
Por: Horacio Cufré, especialista en la terapia de campos biofrecuenciales
Director General de TOB alternativa.
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