El embarazo de una adolescente es el punto y aparte de un gran recorrido que comienza en la búsqueda del sexo. Un camino que se inicia en un determinado momento de la vida, y que constituye un viaje único y diferente en cada ser humano. En la actualidad nos encontramos con que el 25% de los jóvenes españoles entre 15 y 17 años tiene relaciones sexuales. Para algunos la cifra es escandalosamente alta, para otros es fruto de la sociedad sin rumbo que tenemos, para los demás se trata de una situación natural que hay que enfocar. De hecho, el retraso de las relaciones sexuales hasta una edad considerada 'mentalmente adulta' es lo que persiguen muchos educadores y programas sexuales. Para los responsables de la Federación de Planificación Familiar de España (FPFE), "se intenta retrasar la iniciación de las relaciones sexuales por un miedo atávico, propio de una moralidad limitativa, que restringe las prácticas sexuales a un ámbito tan reducido como el del matrimonio, olvidando la realidad que viven las y los jóvenes y adolescentes". El hecho es que la sexualidad cada vez se vive a edades más tempranas, y que en España se ha duplicado en una década el número de gestantes menores de 18 años. Sólo en Cataluña se quedan embarazadas un 80% más jóvenes que hace tres años. Se impone aterrizar en la realidad y buscar las causas.
¿Es útil la información recibida?
Una de las preguntas más comunes cuando se sabe que 9 de cada 10 jóvenes españoles no usa ningún método anticonceptivo se refiere a la información que reciben. ¿Pero no sabe ya todo el mundo que hay que usar un preservativo? La realidad nos dice que las campañas informativas funcionan muy poco. Un estudio del British Medical Journal de 2002 que analizaba 26 estudios serios sobre programas sexuales desarrollados en Estados Unidos, Australia, Nueva Zelanda y Europa, llegaba a la conclusión de que los beneficios eran muy pobres. Las campañas no mejoraban la utilización de anticonceptivos y no se reducía el número de embarazos adolescentes. Además sólo se consiguieron resultados positivos en la prevención de embarazos de adolescentes cuando se utilizaron conjuntamente programas que introducían medidas técnicas -como educación sexual, controles clínicos, disponibilidad de centros de planificación familiar- junto a programas de abstinencia sexual. Con ambas variables los embarazos se redujeron a la mitad.
Puesto que la abstinencia la hemos eliminado como método de reducción de embarazos porque es restrictivo y no contempla las necesidades de los jóvenes de hoy, parémonos a valorar qué tipo de información sexual reciben, para saber si es un arma útil en la prevención. De manera masiva, la mayor información que tiene un chaval procede de sus amigos y de los medios de comunicación. Se nota la carencia en los colegios e institutos, las campañas gubernamentales y la educación desde unos padres implicados. En los colegios la sexualidad es una asignatura de ciencias naturales, donde los jóvenes no expresan libremente sus dudas. Las campañas gubernamentales son escasas, pero para la FPFE las hay que han tenido mucho éxito: "No somos tan negativos a la hora de valorar el éxito de las campañas de información, pues por recordar la más llamativa, la del 'Póntelo, Pónselo', consiguió reducir significativamente el número de abortos. No obstante, nuestra posición va más allá de la prevención de los embarazos no deseados, para favorecer una sexualidad que, lejos de vivir las relaciones de pareja como un encuentro de riesgo, extraiga la parte más placentera, desde el respeto al otro". Sin duda es una buena noticia que la información bien dirigida, pensada para los jóvenes y donde se les tiene en cuenta funciona. Y es que para los educadores sexuales, la solución es la creación de más campañas y más centros específicos. Desde la FPFE más que hacer una crítica de la política gubernamental en materia de sexo para jóvenes, prefieren hacer propuestas. Una de ellas: "Consideramos adecuada la existencia de un centro de atención por cada 100.000 jóvenes entre 15 y 24 años, una reivindicación que está muy lejos de las condiciones que se dan por ejemplo en la Comunidad de Madrid". Los educadores sexuales afirman que hay que enseñar desde edades tempranas, antes que los jóvenes comiencen a tener experiencias sexuales porque de este modo la información es más efectiva. Para los detractores de la información y los que creen que incita a la promiscuidad hay que ponerles como ejemplo a Holanda. Este país tiene muy buena educación sexual y excelente acceso a anticonceptivos. Los chavales holandeses son de los más jóvenes en Europa en iniciarse en el sexo y sin embargo tienen la tasa más baja de embarazos. Una demostración de que una de las variables que impedirían a una joven quedarse embarazada es una información adecuada y la aceptación de la sexualidad como algo natural.
El falso acceso a los anticonceptivos
Otro de los temas a valorar es el acceso a los métodos anticonceptivos. ¿Realmente son accesibles para un joven? La FPFE declara a través de sus responsables que "Para un adolescente todavía es un problema conseguir anticonceptivos por los tabúes sociales que siguen existiendo, y lo que es más importante, información adecuada sobre ellos para que las prácticas sexuales sean fiables en lo que se refiere a planificación familiar". Efectivamente, la gran mayoría de los métodos anticonceptivos se venden en farmacias y no hay que olvidar que a esas edades pesa mucho la vergüenza que tiene un joven para pedirlos, el temor a ser reconocidos o la ansiedad de que les pregunten algo que no sepan contestar o que les ponga en evidencia. Los dispensadores de condones que se encuentran al acceso de todos son un buen sistema pensado para ellos, pero entonces habría que analizar el precio de los métodos. En la farmacia un preservativo vale cerca de un euro la unidad, las pastillas anticonceptivas entre 6 y 9 euros y la píldora postcoital unos 14. Son cantidades que para un chaval de 15 años distan mucho de ser accesibles, si a ello sumamos que no saben dónde ir a informarse del tema, con educadores que se sepan situar en su lugar y generen confianza, la cosa se complica. Al final nos encontramos con unos jóvenes que desean experimentar el sexo a edad más temprana, falta de información y poco acceso a los anticonceptivos. El resultado son 18.000 jóvenes embarazadas cada año, que se enfrentan a su nuevo estado "desde el miedo y la incomprensión", afirman en la FPFE basándose en su experiencia.
Educar en valores, el tema pendiente
Y llegamos a otro punto a valorar en ese camino que conduce a un joven a un encuentro sexual sin anticonceptivo, que puede derivar en un embarazo. Se trata de una educación mucho más profunda que la que puede aportar la información, de educar en valores que realmente sean un arma útil que permitan a un chaval actuar con conocimiento de causa. Porque hay que tomar nota de que muchas veces el joven es una hoja a merced del aire que sople en la sociedad, un cóctel donde se mezclan su identidad sexual, su familia, la sociedad que le rodea, sus circunstancias personales, sus propias ideas, sus amigos, la información a la que tiene acceso, los programas que ve en TV, la falta de cariño... En palabras de la escritora Susana Pérez Alonso, "El tema de la prevención está muy bien, pero también hay que empezar a hablar de valores. Hoy en día hay una pérdida de valores. El sexo es una cosa absolutamente natural, y como todo en esta vida, tiene su tiempo y su momento. Que más da que le digas a un chaval de quince años que utilice un preservativo, si no lo va a utilizar. Creo que lo que tienen que empezar a aprender a utilizar un poco es la mente. Lo que hay que decir claramente es que por follar más, no vas a ser más moderno. Hay que empezar a unir el sexo con el sentimiento, porque al final además la gran perdedora siempre es la mujer".
El conjunto de todo lo expuesto hasta ahora conduce a una reflexión más allá de las campañas que se ponen en marcha y de si hay más o menos embarazos. Y es que más profunda que una información que enseñe qué anticonceptivo usar, es la formación en materia sexual. Una mezcla de diálogo auténtico, donde el tema del sexo sea tratado con naturalidad y aceptado como tal, un espacio creado entre todos donde se terminen los tabúes sexuales, donde la información se entremezcle con la experiencia vital. Un ambiente como el de las tribus indias, donde los mayores transmitían sus conocimientos de la vida a los más jóvenes y estos valoraban sus experiencias en consonancia con la naturaleza. Quizás sólo así, realmente de unos a otros, se pueda enseñar de una generación a otra.
Fuente: Revista Fución.com
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