Un nuevo estudio del Instituto del Corazón, Pulmón y Sangre de los Estados Unidos detectó que las nuevas generaciones vienen con la presión más alta: cada vez hay más jóvenes que padecen esta enfermedad. Pero también comprobó que, precisamente por ser jóvenes, tienen más posibilidades de disminuir casi a cero los riesgos, con un buen control médico y cambiando algunos hábitos de vida.
El trabajo que abarcó a 113 centros de salud de ese país, descubrió que de los 50 millones de hipertensos declarados, más del 20 por ciento eran adolescentes o adultos jóvenes. El número casi se duplicó en veinte años. Aunque no existen cifras absolutas, según el doctor Enrique Marcó, director del Consejo Argentino de Hipertensión de la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC), esta realidad se repite en la Argentina, en donde los especialistas también observan un aumento de casos por una serie de factores:
- Hay mayor diagnóstico. Según el especialista, ahora la rutina del médico incluye tomar la presión, aunque el paciente no tenga edad aparente para padecerla. Un hábito que ayuda a detectar más casos. "Antes ni siquiera existía el tensiómetro (el aparato que se coloca en el brazo para medir la presión) para chicos, explicó.
- El aumento de la obesidad en los jóvenes, que es causa directa de hipertensión.
- Las "comidas chatarra", que llenan de grasa las arterias.
- El sedentarismo. Las horas ante el televisor y la disminución de la actividad física ayudan a que suba la presión.
Según Marcó, los casos de hipertensión en jóvenes pueden ser controlados perfectamente sin medicación. "Aunque hay escuelas que recomiendan medicar pronto, nada reemplazó aún a la actividad física.
Las cifras oficiales indican que alrededor de 7 millones de argentinos son hipertensos. Y de ellos, el 75 por ciento desconoce que padece la enfermedad y sólo el 10 por ciento se trata en forma adecuada. Estas cifras surgen de estudios epidemiológicos realizados en distintos centros de salud por la SAC.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define a la hipertensión como un mal silencioso, que afecta a grandes y a chicos y que puede no presentar síntomas durante años. Ocurre cuando aumenta la presión dentro de las arterias, lo que la convierte en factor de riesgo de accidentes cerebrovasculares, insuficiencias cardíacas, infartos y lesiones en el riñón.
El corazón, con su permanente latir, hace circular por todo el cuerpo los 5 litros de sangre que contiene el organismo. Y justamente la función de la presión arterial es regular ese ir y venir: lograr que ese flujo de sangre constante llegue hasta el último rincón.
Pero, por causas que van desde la carga genética (está comprobado que hay familias enteras que tienen mayor predisposición a padecer hipertensión), hasta el excesivo consumo de sal, las arterias a veces se obstruyen, sus paredes se endurecen y ya no son esa "via regia" por la que la sangre circula con libertad.
Esto provoca la hipertensión que, con el tiempo, deteriora la función de los riñones, el corazón y el cerebro, provocando afecciones como angina de pecho o infarto de miocardio, entre otras. Si no se trata, el deterioro aumenta.
Existen dos tipos de hipertensión:
- La esencial. Es la que padece el 90 por ciento de los hipertensos. Es la que aparece justamente por las razones nombradas antes: dietas hipersaladas, obesidad, sedentarismo o tendencia genética.
- La secundaria. Afecta al 10 por ciento de los hipertensos. Aparece como consecuencia de una enfermedad previa como lesiones renales o abuso de alcohol. Suele desaparecer cuando se cura la enfermedad.
"En todos los casos, la presión alta está relacionada con los daños de los llamados órganos blancos: arterias, riñón y cerebro. La mayoría de las complicaciones derivadas de un cuadro hipertensivo pueden ser evitadas con una dieta saludable y ejercicio físico", completó Marcó.
Especialistas como la doctora Martha Hill, directora del Centro de Hipertensión de la Universidad Johns Hopkins, no se asombran del aumento de casos de hipertensión en jóvenes. "De hecho, muchos factores que pueden disparar la hipertensión afectan tanto a chicos como a grandes", explicó la experta en un artículo.
Por ejemplo, otro trabajo de la Universidad de Michigan comprobó que las personas que sufren apnea del sueño —cuando la respiración se detiene varias veces durante el sueño y provoca una desoxigenación sanguínea— tienen un 45 por ciento más de riesgo de padecer hipertensión. Para llegar a esta conclusión analizaron el sueño y la presión de 6.000 personas de todas las edades entre 1995 y 2000.
Los expertos coinciden en que, cuando la hipertensión se detecta precozmente, es posible equilibrarla modificando hábitos y hasta se puede revertir en el 90 por ciento de los casos. Pero después de que se estableció en forma permanente la medicación suele ser la única alternativa.
Tomado de EL Clarín.com
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